martes, 26 de enero de 2016

• Cuento para adultos con colitis ulcerosa.

 

Uno puede ser enfermo crónico
pero no tiene por qué ser paciente crónico,
la diferencia es la estancia en la cama.
¡Salga y disfrute del sol en la cara!

 
 
Había una vez un país llamado Colon en el que sus habitantes, un buen día, se declararon la guerra.Comenzaron a atacarse entre sí, sin que nadie pudiera determinar las causas que motivaron  el conflicto. Las autoridades barajaron factores medioambientales, alimenticios y hasta picos de estrés, como posibles desencadenantes, pero no terminaban de dar con la clave. Un grupo de profesionales, el especializado escuadrón de los Bata Blanca, se desplazó hasta la zona para calibrar la situación y , tras varios análisis, cultivos y otras pruebas, concluyó que se observaba mucosa con pérdida del patrón vascular, edematosa, ulcerada y con exudado fibrinoide y mucosidad. La afectación, según el informe, abarcaba toda la circunferencia de la luz, era continua, más severa en los últimos 40 cm y se extendía desde la línea pectínea hasta, al menos, Colon transverso medio. Dada las circunstancias, las personas al frente de la exploración decidieron suspenderla para evitar mayores complicaciones.
Parecía que poco se podía hacer para llevar la paz al área de Colon, que cada día estaba más devastada y desangrada por la actividad moderada-severa de sus combatientes. A los guerreros habituales de la zona, había que sumarle ahora también la nueva generación nacida durante el proceso de guerra, conocida como Úlceras. La situación parecía incontrolable y las soluciones que se planteaban no terminaban de ser las idóneas, al menos no suficientes.
Pasaban las semanas y la tranquilidad parecía haberse olvidado para siempre de los habitantes de Colon.Fue entonces cuando las instituciones  decidieron tomar cartas en el asunto y enviaron a la división de misiones de paz, encabezada por la comandante en jefe Prednisona. Ésta desplegó sus tropas, en dosis de 60 mg,  por toda la zona afectada y, de a poco, fueron minimizando la actitud bélica y sangrante de los Úlceras, hasta que, un par de meses más tarde, consiguieron dominar la situación y doblegarlos. El país fue declarado zona catastrófica. Fue necesario dejar un grupo a cargo de la seguridad y estabilidad de Colon, ya que los informes habían sido tajantes: la situación  podría repetirse casi con total seguridad. Hicieron falta varias unidades de los Cascos Mesalazina para terminar de devolver cierta calidad de vida y calma a los habitantes.
Lo ocurrido en Colon no fue un episodio esporádico. Desgraciadamente, el conflicto no ha concluido definitivamente, tan sólo se encuentra en fase de remisión, como un volcán dormido, cuya actividad no ha muerto, ya que no se ha encontrado una solución definitiva para firmar el armisticio con los residentes de la región. La situación no sólo se repetirá, casi con total seguridad, sino que, además, podría incluso ser más severa, debiendo ser necesaria la extirpación de parte de la región afectada.Y aunque la población es conocedora de esta situación, se niega a vivir con miedo o esperando el próximo brote de violencia. Quizá esa sea su pequeña gran victoria, saber que la bandera blanca puede ser una sábana ondeando, la que un día les convierte en pacientes y al otro sólo en enfermos. Porque se puede ser enfermo crónico, pero no se tiene por qué ser paciente crónico. La vida, aún con úlceras, con ataques injustificados, con paz sólo a ratos, está para vivirla, no para compadecerse.Y si nos paramos a reflexionar por un instante, nos daremos cuenta que  todos somos, en algún momento, pacientes diagnosticados por los sinsabores de la vida. Disfrutemos de nuestras pequeñas victorias y el fin de la guerra estará un poco más cerca.Para nosotros.Para el país Colon.




IG: @lachicadelnombreabreviado


 
 
 
 
 


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