lunes, 13 de abril de 2015

• Puedo ser muy inmadura.


He entrado en bucle con lo último de Leiva, Sixteen. Me he despertado tarareándola. Lo sé. Soy lo peor. Y aunque la parte de la letra que más me gusta es la que canta Fito, no puedo parar de tararear la de Tarque. Es domingo. Anoche encontré mi camiseta Seth Cohen was my first love -creí haberla perdido en la mudanza-, he tenido que dormir con ella y aún la llevo puesta.Además, después de mucho tiempo, vuelvo a prepararme un mate para empezar el día. La bombilla hace de micro mientras sigo cantando desafinando. Parto un par de galletas María por el imperativo - uno de mis últimos tocs-. RÍA es el leitmotiv para esta mañana de domingo. Ría sin necesidad de averiguar por qué - o por quién-. Ría. Entre medias se me cuela algún MAR y lo dejo, porque un día sin ver - o recordar/visualizar - el mar es un día perdido. Imaginar ese azul y respirar hondo como si fueran a teñirse los pulmones con su color, inspira mucho más que salir a correr,  no me digáis que no. Al son de Fito cuelgo otra caja de mandarinas en la pared - otro de mis nuevos tocs-, y la decoro con mi última adquisición: un intento desesperado por deshacerme del calificativo de asesina serial de plantas que me ha adjudicado madre.Me han regalado una suculenta acompañada de un reto: ''no conozco a nadie que haya sido capaz de matar a una de éstas. Haceme el favor y no rompás la estadística.Mamá''. A su lado coloco Euforia de F.Páez - como si la buena música fuera a salvarla de mi incapacidad para cuidar plantas-.

    Pinterest (vía marketplace.asos.com)


Ordenado mi particular caos, no me quedan excusas. Me sobran ganas. Es hora de volver a escribir. En realidad, nunca lo he dejado, pero no pasaba de las creaciones tuiterianas, escritos de 140 caracteres.Abro mi moleskine en busca de todos esos retazos que he ido acumulando en este último tiempo, rebusco en unos cuantos cuadernos semi vacíos - otro de mis tocs, escribir en hojas dispersas en cuadernos casi vacíos, preferiblemente de la mitad hacia el final - e intento encontrar el hilo conductor que los salve de su soledad, la manera de unir el círculo hasta entonces incompleto.No es tanto una cuestión de  alineación de planetas, sino más bien de la combinación mate+ganas+que suene la canción idónea, con la letra precisa, y la melodía capaz de hacer fluir el caos -más en dirección a la creación que a la destrucción-. Eso era algo que me gustaba de ti, sabías respetar tu caos. No tenías prisa por acabar con él. Me enseñaste a esperar.Aprender a esperar es casi tan importante como aprender a respirar.No es fácil.Hay que hacerlo con el corazón en calma, entrenando la paciencia, con la intuición a flor de piel, sin dejarse vencer por el deseo inmediato o todo cuanto pueda distraernos de nuestro objetivo. Observándote entendí que, tarde o temprano, esa historia que quieres contar  acaba llegando y , entonces, todo lo que te ha estado rondado durante las noches de insomnio, acaba encajando, fluyendo hasta el punto y final. Por lo general, las personas organizadas tienden a querer acabar con el caos de los demás.Intentan que la lógica haga encajar todas las piezas sueltas, hasta lograr el tan ansiado orden, donde poder sentirse cómodo. Sin advertir que, quizá, ese desorden admirado desde una perspectiva ajena al razonamiento aprendido, no sea tal y por ende no necesite ser modificado. No sé. Quizá esto del pensamiento lateral se me está yendo de las manos. O tal vez sea consecuencia directa de mezclar en un mismo día a Bukowski  con Situación Presente de la Filosofía jurídica.Esquema de una interpretación de José Medina Echavarría. Sí, seguramente sea eso. Y,  ¿cómo he acabado pensando en ti?, pues chico, ni yo misma lo sé. Supongo que estos mushups no hacen más que reafirmar mi condición de niña mágica extraviada en un mundo que exige perfección - ¡y likes! (y followers)-, que juega a la rayuela en su universo inestable, saltando de la tierra al cielo, mientras pierde el equilibrio para recuperarlo en la casilla 8. El caso es que de la casilla del recuerdo has saltado directamente a la del presente y ahora te estás tambaleando.

[te estás tambaleando.esa imagen cobra fuerza en mi cabeza.]

Casi había acabado mi patchwork literario cuando, al igual que Chinaski cuando decidía abandonar alguno de sus absurdos empleos, opté por marcar todo el texto y darle a la tecla que lo haría desaparecer.Así sin previo aviso, oye. Oigo a Leiva, cuando no estás de suerte, baby, estás fatal. No seré yo quien le lleve la contraria.Ya no queda más agua en el termo y la yerba está tan lavada que beber el green smoothie de la Preisley sería más rico. Dice Fito que andar contigo es una perdición y nunca es suficiente. El que sabe, sabe. Está claro. Sabe de ti, sabe de mí, sabe dios por qué es así.Eso es. Es una perdición.Nunca es suficiente.

[tarde o temprano acabas encontrando el hilo conductor que una las líneas inconclusas, salvándolas de su soledad.]

Vuelvo al documento de texto y tecleo el cierre, completo la circunferencia:

Ya hablaremos cuando nos volvamos a ver,
dijiste antes de huir.
De haber huido cobijándote bajo tus alas
me habría enamorado más aún de ti.
Pero te fuiste dándole la espalda 
a unas líneas escritas con más sentimientos que palabras.
De esa huida cobarde no se vuelve ...
-esa no te la perdono ni yo-

Acabo de mirarme en el espejo
y he decidido que mi espalda es demasiado bonita
para lucir una constelación de cicatrices 
que lleve tu nombre.

Ya hablaremos cuando nos volvamos a ver,
dijiste antes de huir.
Debí haberlo intuido...
... que huir se escriba 
con la letra muda del abecedario
no podía ser casualidad.


Puedo ser muy inmadura, pero me caigo y se te pone dura -¿os había dicho ya que no puedo parar de tararear lo último de Leiva?-. 


                                                  Sixteen- Leiva, Carlos Tarque y Fito.