jueves, 19 de marzo de 2015

Gracias por las alas • Gracias por las raíces


Para papá por haberme regalado
el título de hija.



Recuerdo aquellos dibujos propios del impresionismo infantil,
aquella primera caligrafía y su feliz día del padre
cuya legibilidad era inversamente proporcional a su carga emocional,
salir del colegio corriendo para entregarle la obra -más de sentimiento que de arte-
y su cara de gratitud, de emoción ... de padre.

Recuerdo su paciencia para contarme una y mil veces el mismo cuento
-de autoría propia y con acting incluido-.
Ya entonces se encargó de enseñarme que tan importante es el cuento,
sus protagonistas, como el narrador,
la historia como la capacidad de transmitirla,
porque el pastorcillo nunca tenía la misma voz que el cuentacuentos,
ni el rebaño podía huir si no sonaban sus cencerros.

Recuerdo su condición de carpintero ganada a pulso
cuando me hizo aquella cuna mecedora para mi muñeca,
las tablitas con forma de nube para desayunar,
los caballos balancines, etc.
Su título de arquitecto y aparejador cuando construyó
mi casita de madera, con techo rojo, de inspiración suiza
en mitad del jardín y la cabaña, también de madera, en el pino de mis primos.
Su máster en ingeniería de puentes, caminos y ¡hasta castillos! de arena
construidos desde la costa argentina a la canaria, pasando por el Mediterráneo.
Su vena MasterChef cuando se metía en mi cocina de piso de estudiante
y garantizaba mi subsistencia a base de tuppers hasta su próxima visita.
Y , especialmente, su don para hacer que aunque me quedara dormida en el sofá
siempre amaneciera en mi cama.

Recuerdo verle siempre a pie de pista -literalmente-, esperándome o despidiéndome
al subir o bajar del avión, paseándome por algún aeropuerto, angares u oficinas,
rescatándome del complicado mecanismo del cinturón de los transportines
cuando parecía haber quedado atrapada o haciéndome despegar/aterrizar en cabina.
Sin embargo, no recuerdo cuándo fue que me convenció para ser del Atleti.
Es más, creo que nunca lo hizo. Eso va en los genes, hija. Y un buen día, ahí
estábamos, celebrando el doblete, viendo el debut de El Niño, sufriendo el descenso,
acostándonos sin cenar tras las derrotas más amargas, ilusionándonos con cada temporada,
mal viviendo la mediocridad de quedar en mitad de la tabla y celebrando el regreso
del mejor equipo del mundo, hija de la mano del Cholo.
No hay abrazo más de verdad, y momento más nuestro, que cuando suena el pitido final
y el Atleti alza el trofeo de turno.Recuerdo abrazos de liga, de copa, el abrazo llorado de 
Lisboa y la promesa: el próximo el de Champions, hija.

Recuerdo este decálogo de momentos compartidos y descubro que en ellos subyace 
la esencia de mi padre, el mejor de sus regalos
                     sus alas  ,        mis alas
me hizo vivir una infancia y adolescencia a golpe de sellos en el pasaporte
inculcándome que uno puede encajar en un sitio concreto pero que no pertenece a él,
-al menos no en sentido literal o restrictivo-,
que somos ciudadanos del mundo y que nuestro lugar de nacimiento, allí donde nos criamos
o residimos no debe limitar nuestra capacidad de entender la amplitud y la diversidad
del mundo en el que vivimos ni las ganas de explorarlo,recorrerlo,descubrirlo.
                       sus brazos,        mis raíces
porque no estamos anclados a un lugar concreto, no somos árboles, no tenemos raíces, sino pies;
las raíces de un hijo no son un lugar de residencia, son los brazos de su padre,
allí donde siempre puedes ( y quieres) volver.

Ya no hago dibujos propios del impresionismo infantil,
tampoco tengo aquella caligrafía
cuya legibilidad era inversamente proporcional a su carga emocional,
pero todavía sigo regalándole un abrazo en forma de poema* 
para celebrar el día del padre
y él me responde con esa cara de gratitud, de emoción ... de padre.



*
Cuando el tiempo
de regalar dibujos quedó atrás
entendió que  el verdadero obsequiado 
en el día del padre
era él
y el regalo

                              ser hijo.

                                      LittleMissSparks.





                          
pd: si todavía no habéis felicitado a vuestro padre, os dejo este poema para que lo descarguéis y se
lo regaléis.
                                  








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