domingo, 2 de noviembre de 2014

• Tumba de mis límites.

Llevaré una corona de flores en la cabeza
 -mi tumba-,
por todas las veces que 
estuvemuerta                estandoviva.
Le quitaré el polvo a la lápida que reza
sálvate tú
y la besaré.
Seré mi propio Montparnasse.
Brindaré con vino tinto
mientras garabateo una servilleta-testamento-sentimental.
Tararearé mis canciones funeral favoritas
pediré que le suban el volumen,
me dejaré la voz y las lágrimas,
silbaré lágrimas al ritmo de adiós
y seré llantovivo al pensar que el Flaco no está más,
que a Gustavo se le apagó la esperanza artificial
que lo mantenía con vida.
Recién ahí
seré la gota
volviendo a su mar.
Moriré
justo en el minuto  decir adiós es crecer.
Crecí - Morí - Vuelvo al mar.

Y entonces renaceré.
Naceré del mar.
Y estaré en paz.

Treparé hasta subirme al embarcadero de luz 
que reflejaré la luna sobre el agua
y volveré al puerto, a la costa,
a donde ya-he-estado sin-haber-estado.
Miraré atrás 
y  no veré lápidas,
ni copas de vino tinto besuqueadas con labios agrietados,
no lloraré por los músicos 
que ya no compondrán nada nuevo,
sonreiré al saber que sus canciones
-legado imborrable, atemporal; art à porter-
siempre estarán a un play de distancia de mí.
Respiraré aliviada al no sentir ya
el peso de ninguna corona de flores sobre mi cabeza.
Ahora flotará en el mar.
La corona de flores.
La tumba de mis límites.
Lo que fui y ya no quiero ser.
Saldré del agua.
Seré yo.
Caminaré descalza,
viva en vida.


Seré
loquieraserquesea.
Todo
loquenofui
cuandofuiloquenodebíser.



Ilustración de Albert Soloviev.
Instagram: @albertsoloviev

No hay comentarios:

Publicar un comentario