Y se me atoraron 3500 palabras que formaban un martillo hecho de piolines. Y podía tirar y tirar, pero nunca desenrredar. La sola idea de poder quedar atrapada entre los hilitos de colores, intentando armar el martillo - como quien intenta enderezar un tornillo torcido-, me había dejado exhausta. Por eso, cambié todo lo que te quería decir por un mate. Justo a tiempo. No hay nada como charlar con el matecito rojo. Y ahí, mientras hacía espumita, me di cuenta.
Qué te voy a andar contando mis historias de poemas adentro de cajitas de fósforos recicladas en torpes lienzos o de los versos devenidos en puzzles que no sé si meter en un sobre y mandar - quedándome con una pieza-, o enmarcar. Mirá si te voy a explicar que hay un Niño Mágico, dando vueltas por ahí, haciendo reír a los demás, aferrándose a esas risas como quien se agarra del barrote justo antes de saltar al vacío. Y todo, porque la sola idea de extrema libertad que le confiere el instante entre salto-y-caída, es más fuerte que el miedo a morir. Y por eso es mi amigo. O algo así. ¡Mirá si ibas a entender eso!
A vos hay que hablarte con la lección aprendida. Enseñada. Si no tenés el libro enfrente, con las palabras subrayadas como prueba, no la creés y terminás despreciándola con tu supuesta superioridad - leída y estudiada, nunca vivida-. A las palabras. O a quien te habla. Nunca me sacaste esa duda.
Vos tenés que entender el mecanismo de la calesita antes de subirte.Si no ni la valorás.Y aún cuando conseguís quedarte satisfecho con tus conocimientos, creyéndote ingeniero de calesitas, tengo mis dudas sobre tu capacidad para disfrutar de sus vueltas. Yo me subo si me gustan las figuras y a vos eso te desespera.Pensás que estás para mucho más, que una absurda atracción infantil. Probablemente sea así.
El matecito rojo.La bombilla de la Oma. |
Y sí. Vos estás para mucho más. No como esta yerba. Un deje a sabor amargo. Andá a lavarte los dientes, que después el dentista te reta por tener los dientes tan manchados, nena. Sí , mejor. Voy. Paseo por la planta de arriba. Me cepillo los dientes. Paseo.Enjuago. Me cepillo la lengua. Paseo.Enjuago. Ya-está.Ya-está.
Pasó el momento de la mateada. Tiene su hora, obvio. Fuera de tiempo pierde su esencia. Es como una casa sin patiecito, como una ciudad sin - al menos- una calle adoquinada.Menos mal que no te escribí todo esto, che. Menos mal que ni me cansé. Estamos-para-mucho-más.Para-mucho-más. Chau. Ein für alle Mal.
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