Esto de los estados de ánimo es como el parte meteorológico. Puedes amanecer despejada, con mucha luz en la mirada, con el color azul en tu aura, sintiéndote ligera, con energía para comerte el mundo. Y de pronto -o de a poco-, empiezan a aparecer nubarrones de tristeza que lo cubren todo de forma moderada o intensa. Esta última, por lo general, viene acompañada de precipitaciones, lágrimas torrenciales o localmente fuertes, que resultan incontrolables durante un lapso de tiempo indeterminado. En el mejor de los casos, la tristeza se disipa a base de sonrisas que devuelven un halo de luz, creando un estado de color azul suave, cielo, capaz de devolver la calma. Otras veces, la borrasca se instala sobre nosotros y llueve sobre mojado.
Anticiclones, ciclogénesis, tifones, cambio climático, quemaduras, escarcha ... existe de todo en el mapa de los estados de ánimo, como si el corazón tuviese isobaras.
No hay paraguas, chubasquero ni botas que lo salven a uno del mal tiempo emocional. Tampoco hay una fórmula para evitarlos, ni alerta que los anticipe, así que, hasta que escampe, pisar los charcos puede ser un buen juego.Hasta que cesen los vientos huracanados que amenazan con volar el corazón, cobijarse en un abrazo de esos que hacen que uno se sienta en casa, es la mejor opción. Se trata de resistir y de interiorizar la lección, porque en estados de tsunami emocional también hay algo que aprender:
un corazón
aún mojado, lleno de barro y a punto de salir volando
sigue latiendo...
sigue latiend...
sigue latien...
sigue latie...
sigue lati...
sigue lat....
sigue la...
sigue l...
sigue_____________________________
sigue latiend...
sigue latien...
sigue latie...
sigue lati...
sigue lat....
sigue la...
sigue l...
sigue_____________________________
